"El escritor ha de huir siempre hacia su soledad, hacia su silencio. Después de transitar por el mundo de ver, oír, sentir, sufrir, gozar, ha de decirse un !hasta aquí! Ahora estoy sola frente a mi misma y me he de bastar. He de recorrer mi propio sendero y lanzar a los mercaderes fuera de mi templo...
Ahora me basto, inicio el aprendizaje de mi sangre roja turbulenta; ahora balbuceo mi propia palabra escrita con sangre. Mi maestro soy yo frente a mi misma, frente a los libros que me revelan el alma, frente a creadores que se han desangrado antes que yo, que han desbordado su caudal y me han inundado, poblándome, despertándome, amándome, poseyéndome, descuartizándome, devorándome, lloviéndome, asoleándome, anocheciéndome, amaneciéndome e infatigablemente haciéndome dueña de mi silencio, de mi mirada...."
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