Nací de una canción de
Enrique Guzmán, tal vez alguna vez la han escuchado se llama “Magnolia”, claro
que yo no he sido esa muchachita del río, sino soy la flor que adorna mi
familia. Siempre inquieta brincando por toda la casa fui la tercera hija, Carlos
mi hermano mayor, luego seguía María quien decidió partir antes que todos en mi
familia y Erik el hermano menor que lloraba por todo.
Durante la primaria recuerdo
que mi pelo era el protagonista y me encantaba ser la “Despeinada”. Mi juventud
fue una caja de sorpresas, comencé a vivir
la vida muy aceleradamente, estudié en un colegio tradicionalista en el
que nos trataban casi como monjas, recuerdo era un martirio para mi muchas
costumbres que nos implantaban porque no siempre compartía esos intereses.
Mi corazón se inauguró con
un dolor fuerte a los 14 años, de forma trágica ella se adelantó a el viaje que
todos estamos destinados a hacer y en esos momentos yo cantaba dentro de mi ser
como Caifanes, “Mátenme porque me muero mátenme porque no puedo…”
Con el pasar del tiempo me
dí cuenta que al escribir podía sacar de mi mente y espíritu todo lo que me
molestaba y lo que me ilusionaba, muchas veces me identificaban como esa línea
de la canción que decía: “en sus ojos apagados…” es la única que puede describir
mi adolescencia de una manera más resumida. Tenía que seguir estudiando y
decidí estudiar magisterio con 12 almas totalmente distintas pero con un sueño
en común, educar y ser una huella en la vida de muchas personas, me gradué
cuando tenía 18 años y celebré tradicionalmente con una cena en la que
degustamos tamales de carne, deliciosos y únicos porque eran tamales de arroz.
Durante toda mi vida he
dicho que para cada momento hay una canción y así lo he visto según pasan los
años, cuando inicié la universidad al finalizar el primer semestre por decisión
de mi familia emigré a Estados Unidos, buscando como dicen muchos el sueño
americano, sueño que jamás había tenido yo. Y como “La Negrita” de Café Tacuba,
“Y si supiera las cosas que pudo ver, que no se parece a nada a los sueños de
su niñez, la negrita no comprende de donde fue que salió el cuento ese que en otro lugar vives mejor…” Porque mucha gente decía que era
lo mejor para mí, sin embargo, yo decidí regresar a Guatemala, luego de algunos
meses de trabajar en Estados Unidos en lo que nunca había imaginado.
Cuando regresé seguí
estudiando y trabajando hasta graduarme, viví sola con mi hermano Carlos
durante dos años, época inolvidable por los momentos que compartíamos como
hermanos, como amigos y con todas las parrandas que armamos entre amigos. En el camino de mi vida he descubierto que
tengo muchos intereses, y laboralmente me enfoque en proyectos sociales,
educativos y culturales. Creando una amalgama de ilusiones e intereses a
futuro, mis pasiones se fueron definiendo en música, educación, literatura y
comunicación.
Dí clases en primaria, en
básicos, en diversificado y en la Universidad de San Carlos, he capacitado en
comunidades de extrema pobreza, he sido tutora, voluntaria de corazón, proyectista
y una escritora amateur. Para cada momento de mi vida he escogido una canción y
en esta etapa de mi vida yo me describo
“Si dicen perdido yo digo
buscando, si dicen no llegas de
puntillas alcanzamos…”
Y la vida de la Maga se
sigue escribiendo día a día.